Tocar Madera Buena Suerte

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Bienvenidos

La Asociación Cultural sin ánimo de lucro “Tocar Madera” fue constituida por el Profesor Eduardo en el año 2007. Su objeto era y sigue siendo divulgar la antiquísima costumbre de rendir pleitesía a los árboles de la tierra y a su madera. Sin árboles la vida en la Tierra seguramente no sería posible. No se trata de dotar de un carácter religioso, ni mucho menos, a esta legendaria costumbre, solo queremos escarbar en la historia y conseguir así que tan bonita y agradable tradición siga existiendo.

Adoptamos como símbolo y herramienta de nuestra Asociación cualquier llavero, con la condición de que sea de madera. El objetivo es llevar siempre algo en nuestros bolsillos que nos permita “Tocar Madera” para mejorar el ánimo y el buen humor. Los “Llaveros de Madera” se compran donde y cuando se puede, siempre con el ánimo de tener el nuestro y regalar alguno a familiares y amigos, pero nunca con la idea de venderlo para obtener beneficios. Pueden ser miembros de la Asociación todas aquellas personas, sin excepción, que lo soliciten y que entiendan que la idea de que tocar madera no es más que un acto simpático con una muy longeva tradición.

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¿De dónde viene la tradición de tocar madera?

La madera, como todos sabemos, es la parte sólida de los árboles que está debajo de la corteza y que tantas utilidades tiene. Las creencias y supersticiones relacionadas con ella suelen tener carácter positivo.
La tradición de “Tocar Madera” para atraer la buena suerte y ahuyentar la mala, es muy antigua. Existen escritos con más de 7.500 años en los que se encuentra constancia de que los habitantes de aquellos tiempos adoraban a los árboles y a la madera que procedía de los mismos. Los indicios de esa adoración provienen de muchas partes del mundo, si bien fueron las culturas nórdicas las que más constancia dejaron sobre el tema.
El hecho de que los rayos cayeran siempre sobre los árboles más altos de los bosques, generalmente los robles, propició la creencia de que aquello era una forma de comunicación entre los Dioses y los Humanos. Así nació la costumbre por la que sabios, druidas, magos y en general muchos pueblos, desde aquellos tiempos y hasta la actualidad, recurran a “Tocar Madera” como forma de conseguir la ayuda de los Dioses.

LAS CULTURAS CELTAS

Se sabe también que los celtas rendían culto a los árboles, a los que consideraban representaciones de los dioses en la Tierra. Se creía que eran un cable a la Tierra, por donde se iban los males, de allí la costumbre de tocarlos. En tal sentido, las propiedades benéficas de la madera sólo eran referidas a su estado natural.

LOS GRIEGOS

La mitología griega creía que los robles representaban a Zeus, dios supremo del Olimpo, así creció la costumbre de tocar un tronco de roble cuando se hacían promesas o pactos en señal de firmeza. También los griegos oraban junto a los robles implorando la ayuda de Zeus. Nació así la costumbre de crear todo tipo de imágenes divinas con madera de roble, y rendirles culto cuando fuera necesario para implorar ayuda a los Dioses.

OTRAS CULTURAS

Los arios, los egipcios, los indios americanos y otras muchas culturas de todos los lugares de la Tierra, han dejado constancia de la adoración a los árboles y a su madera a lo largo de la Historia. Tocar Madera por tanto no es, ni mucho menos, una superstición, es seguir una tradición que forma parte de todas las culturas de la tierra.

LOS ÁRBOLES FRUTALES

La tremenda variedad de árboles frutales que han contribuido al sustento de los humanos, en todos los tiempos y en todos los lugares de la Tierra, también han potenciado la creencia de que estos son un regalo sagrado, legado de los Dioses, y que tocar su madera es una forma de agradecer su existencia.

LA SANTA CRUZ

Las creencias de “Tocar Madera” se vieron reforzadas en el siglo I de nuestra era, en este caso con la madera de la Santa Cruz, por la veneración de las reliquias de trozos de madera de esta. En nuestros días existen numerosos objetos religiosos cristianos, realizados con madera, que se pueden encontrar en todos los lugares de culto y también en los hogares de los millones de personas que profesan la religión cristiana.